sábado, 18 de julio de 2009

excursão portuguesa

Cuatro días trotando por la mitad septentrional de Portugal han vuelto a confirmar lo bien que se está cuando se visita ese país...

Empiezo por el único punto negro. La excusa inicial que puso la semilla de este viaje se fue a pique: lesión en una pierna de uno de los componentes de Depeche Mode, y concierto cancelado. Cabreo y frustración, pero bueno, se pudo aprovechar y patear más.

La tournée comenzó en Oporto, que nos encantó a todos. Es una ciudad vieja, en ciertas zonas marchita, pero no ha sido derrotada por la fiebre urbanística y conserva sus casas viejas, callejas empedradas y suciedad de los tiempos en que era un puerto (Porto) de vinateros, entre otras cosas. Rezuma vida por todos sus barrios, lo cual es de agradecer (está uno hastiado de ciertas ciudades-museo...). El plan B del anulado concierto fue una bodeguita con degustación de vinho de Porto bastante reconfortante. Ah, el vino de Oporto...

Tras Oporto llegó en un día el pack "norteño": Guimarães y Braga. Guimarães conserva aún un casco viejo y una serie de placitas muy chulas, además de un palecete-fortaleza que se construyeron unos nobles (sin darse importancia) y de un semiderruido pero contundente castillito. Braga casi agota por su densidad de iglesias-palacios-casetos barrocos: cada dos pasos te encuentras un edificio de piedra y cal... Eso sí, a las afueras tienen una preciosa iglesia, la de Bom Jesus, con unas escaleras decoradas con estatuas muy recomendables, y unas vistas panorámicas de toda la ciudad.

La siguiente jornada nos llevó a Aveiro. Muy poca cosa para la denominada "Venecia portuguesa" (2 canales y cuatro casas chulas). Nuestro alojamiento estaba en Costa Nova, una de las playas a pocos km. de Aveiro. Bonito paseo de casas pintadas, y una playa bastante grande y no muy concurrida, que nos permitió ver una preciosa puesta de sol sobre el Atlántico.

Ya de vuelta, hicimos una pequeña escala en Guarda (catedral y poco más), y una paradita en terreno patrio: Ciudad Rodrigo (a veces uno tiene que sacar su charrismo a florecer, coño).

No puedo dejar de lado lo bien que se come por Portugal: el exquisito y sempiterno bacalhau, el delicioso y refrescante vinho verde, la extensa pastelería portuguesa y el glorioso café. Difícil lo tendrá el café italiano cuando lo pruebe in situ para superar al portugués...

Para variar, os dejo un enlace con las fotos.